Impactante estudio el que han llevado a cabo la FELGTB y COGAM, basado en 653 encuestas realizadas a través de internet a jóvenes de entre 12 y 25 años de todos los rincones de España que han sufrido acoso homofóbico. El 43% de ellos se han planteado el suicidio (más de la mitad, de forma continuada). El 35% lo planea, y el 17% lo llega a intentar. No es casualidad que el estudio haya sido presentado este lunes, coincidiendo con el Día Internacional para la Prevención del Suicidio. Un estudio, por cierto, que no ha contado con apoyo económico de ninguna institución pública o privada.
Se trata del estudio “Acoso Escolar Homofóbico y Riesgo de Suicidio en Adolescentes y Jóvenes LGB”, cuyo avance de resultados en PDF (93 páginas) puedes descargar en la página web de la FELGTB. Coordinado por Jesus Generelo, secretario general de la FELGTB -y que durante años ha estado al frente de la comisión de Educación de COGAM- te invitamos a leerlo con detenimiento, a difundirlo y a discutirlo.
Algunos de los datos contenidos en el estudio: en el 90% de los casos el acoso provino de compañeros varones, aunque en el 55% de los casos estuvieron involucradas compañeras. Incluso hay casos en los que también estuvo involucrado un profesor (11%) o una profesora (5%). Un acoso que se sufre en silencio: en el 82% de los casos el acosado no informó a su propia familia de lo que sucedía. Y es que, como explica en El País José Luis Ferrándiz, uno de los autores del estudio, “los padres que tienen un hijo gordo o con gafas ya saben que lo es”, mientras que la mayoría de los menores LGTB oculta a sus padres que lo son. Otro problema importante: en demasiadas ocasiones los centros no actuaron. Solo un 19% de los acosados refieren haber recibido ayuda por parte del profesorado. Un 28% lo recibió de un compañero, un 45% de una compañera, pero hasta un 42% refiere no haber recibido NINGUNA ayuda.
Por lo que se refiere al tipo de violencia, la verbal es la que tiene más peso relativo en las respuestas de los encuestados. Este tipo de acoso se materializa por medio de burlas, comentarios, insultos o rumores. Un 64% fue objeto de burlas e imitaciones, un 69% sufrió rumores en torno a su persona, un 71% fue insultado y un 72% sufrió que se hablara mal de él o ella. En segundo lugar destaca la violencia social o relacional, que implica mecanismos de rechazo, exclusión y aislamiento del grupo. Hasta a un 37% de los encuestados no le dejaron participar o le aislaron, y a un 39% le dejaron de hablar o le ignoraron. En tercer lugar se sitúa la violencia física. El 5% recibió palizas, un 6% recibió acoso o agresiones sexuales, un 23% amenazas, a un 36% le tiraron cosas o recibió golpes o empujones. Hasta un 14% recibió algún tipo de violencia a través de internet o del teléfono móvil.
Tan interesantes o más que los datos cuantitativos son los testimonios de los encuestados, recogidos a través de seis entrevistas estructuradas. Recogemos solo algunas de las frases:
(…) hubo un niño que me señaló y dijo: ese es mariquita. Juega con las niñas. Y entonces ya, otros se rieron, ¿no?, y entonces ahí, desde el primer día empezó ya la burla (…)“.
“El instituto fue para mí los peores 6 años de mi vida”.
“Se siente a diario como estar en una guerra por tener un buen día”.
(…) Desde la broma que se te cae… que te tiran el boli y tienes que ir a recogerlo y te vienen por detrás y pumba, pumba, pumba, que es lo que te gusta. Desde que entras en clase y empiezan: ¡viene el maricón! Y se empiezan a reír todos los de clase. También decían: ‘ten cuidado con el aceite que pierde porque te puedes resbalar’ (…)“.
(…) yo primero me di cuenta del estigma que sufrían los maricas, que era como lo oía yo de pequeño, antes de darme cuenta de mi propia orientación sexual (…) desde el principio, incluso antes de ser consciente de mi orientación sexual y aunque no la verbalizara pues me tenían como el maricón de clase y todo el mundo me trataba como tal (…)
“Desde los 9 años ya sabía que la autocensura ya era una apuesta de futuro. Así que puedo decir que al niño lo enterré entonces. Cambié al niño por el adulto, al niño por los estudios, al presente por el futuro”.
“Aprendí a vivir cuando cumplí 18 años, nunca, antes de los 18 yo nunca fui a una fiesta de cumpleaños de ningún amigo (…)
 “También es verdad que yo también era muy homófobo, al principio. O sea, yo era como un poco de los liderillos, y el poco, el que tenía un poco de pluma, yo le incentivaba… Claro, porque pensaba: yo, si me meto con ese, no se van a fijar en mí (…)
(…) Es un sentimiento de culpa. Yo hacía un poco lo que los demás querían, para compensar lo malo que era, porque yo era como un maldito. O sea, yo tenía una conciencia de maldito, y esa conciencia de maldito la sigo teniendo… Y yo rezaba a Dios como diciendo: si yo soy tan bueno, ¿por qué me pasa esto? (…)“.
“Me cogieron entre tres personas, cuyos nombres y apellidos recuerdo perfectamente y me pusieron en medio del vestuario y todos los chicos de clase, no todos, algunos, 7 u 8, me empezaron a orinar encima. Me pusieron en el suelo, me empezaron a orinar encima, diciéndome: ‘Arturo es mariposo’, y a reírse. Pues recuerdo que del escándalo que se formó, de que la gente se estaba riendo y tal, el profesor entró y vio lo que estaba pasando y se fue”.
“Yo me veía sin salida. La única salida que veía era el suicidio, porque era la única salida en la que veía en la que iba a dejar de sufrir (…)“.
Esto es solo una muestra, recomendamos descargar el documento y leerlo en su integridad.
Terminamos con una nota de optimismo, el vídeo con el que la asociación GALEHI, uno de los diversos colectivos que agrupa en nuestros país a las familias homoparentales, ha grabado como contribución al proyecto It Gets Better contra el suicidio de adolescentes LGTB. Porque a pesar de que se pasa mal, de que muchas y muchos lo pasan mal, la cosa mejora…