"La homofobia es también una forma de 'apartheid"
Por ANA CARBAJOSA 07/11/2007
La cita es en la habitación 239 de un hotel de Bruselas. Por la puerta de ese cuarto apareció ayer a las diez de la mañana un hombre bajito, muy vivo y con una sonrisa que le cruzaba la cara. Allí estaba Desmond Tutu, el fiero combatiente del apartheid surafricano, el arzobispo anglicano sin pelos en la lengua. El arzobispo surafricano lucha ahora contra otros tipos de 'apartheid'
-¿Cómo está?
-Un día más viejo que ayer -y Tutu estalla en una carcajada, divertido ante su propia ocurrencia.
-¿Qué le preocupa ahora?
Tutu corta la conversación en seco. "Primero recemos, luego hablamos". Sentado en la butaca, une sus manos anilladas, baja la cabeza y recita la oración en voz alta. "Amén. Ahora sí podemos hablar".
Al que fuera premio Nobel de la Paz en 1984 le preocupa la pobreza y la desigualdad, pero además le irritan las iglesias actuales, las que condenan a los homosexuales, las que no dejan que se ordenen las mujeres y las que no se ocupan de los perseguidos. "¿Qué diablos pasa con las iglesias? ¿Cómo es posible luchar contra el racismo y no contra la homofobia? La orientación sexual no se elige.
La homofobia es también una forma de apartheid. Los negros no elegimos ser negros; los homosexuales, tampoco". Tutu, con chaqueta de lana abotonada y pantalón de pinzas, gesticula cuando habla, mira con los ojos muy abiertos y no para quieto en la silla. Tiene 76 años y un torrente de energía que delatan sus gestos.
"Yo me imagino a Dios llorando al ver que su Iglesia se permite perder el tiempo condenando a los gays y las lesbianas, mientras medio mundo pasa hambre y el sida arrasa". Tutu, casado y con cuatro hijos, es de los que piensa que los curas no pueden dejar de ocuparse de la política, de los problemas sociales, "de las cosas que importan".
Desmond Tutu aterrizó en Bruselas el lunes procedente de Estados Unidos. Ayer dio una conferencia en la capital belga y hoy volará hasta Londres para recoger un par de galardones antes de volver a casa, en Suráfrica. Ésta es la vida del líder moral -junto con Nelson Mandela- de la Suráfrica actual. Un sinfín de reconocimientos que compagina con la actividad política y religiosa.
Tutu cohabita con Mandela, Jimmy Carter y Kofi Annan en The Global Elders, un grupo de sabios mayores que tratan de contribuir a la resolución de los grandes conflictos. El año pasado, la ONU le nombró para dirigir una misión que esclareciera lo sucedido en Beit Hanún (Gaza) durante una incursión militar en la que murieron 19 civiles palestinos. La misión tropezó con la negativa del Gobierno israelí, pero el boicoteo no ha impedido que el arzobispo anglicano intensifique sus ataques verbales contra las acciones del Estado ocupante. "Yo les digo a los judíos: sed fieles a vuestro legado, al Dios del éxodo", y se adentra el arzobispo en pasajes bíblicos que representa cambiando de voz, interpretando a unos y otros.
Deja de lado la Biblia y las parábolas y vuelve a lo terrenal: "Les digo: recordad lo que pasó en Alemania. Comportaos. La situación en Israelí es inaceptable, injusta. Han construido un muro que confisca grandes extensiones de tierras palestinas, los niños tardan horas en ir al colegio. En Suráfrica hemos aprendido que si apoyas un sistema injusto, el alma se resiente". Es su sentencia final. Tutu, que no ha querido comer ni beber en el encuentro, se despide como llegó, con una gran sonrisa.
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