Dolor en el Acto por una futbolista lebiana violada y asesinada en Johannesburgo.
Foto: HELENA OLCINA
El Periódico de Cataluña
4/7/2009 Demoledor informe sobre la violencia sexual en Suráfica - Horror cotidiano.
Uno de cada cuatro surafricanos admite haber violado a una mujer
• Del medio millón anual de casos, se denuncia uno de cada 10 y se condena a uno de cada 25 acusados
Artículo de JOAN CANELA BARRULL
JOHANNESBURGO
Suráfrica se encuentra en estado de choque. La aparición de un estudio elaborado por el Consejo de Investigaciones Médicas (CIM) ha destapado que uno de cada cuatro varones surafricanos «admite haber violado al menos a una mujer». Un dato que ha golpeado a una sociedad que se jacta de tener una de las legislaciones en materia de igualdad de sexos más avanzadas del mundo.
Y hay más: hasta tres cuartas partes de los violadores perpetraron su primer abuso antes de cumplir los 20 años, la misma cifra que confiesa «haber violado a más de una mujer», y un 5% admite haberlo hecho en el último año.
Aunque siendo sinceros «el resultado no es demasiado sorprendente», reconoce Nhlanhla Mokoena, coordinadora de la oenegé Gente contra el Abuso contra las Mujeres. Suráfrica es uno de los países del mundo con un índice más alto de violaciones: se calcula que hasta medio millón de mujeres las sufren cada año, aunque solo se denuncian una décima parte de los casos.
«Las raíces de este problema se encuentran en una sociedad muy patriarcal y en la noción africana de la virilidad –explica Mokoena–, además de un sistema judicial que favorece la impunidad». Apenas uno de cada 25 acusados es definitivamente condenado.
El estudio apunta otros factores, como el absentismo paternal, traumas infantiles y abusos en la infancia de los actuales violadores. «Unos problemas que los que los sufrieron, lamentablemente, legan a sus hijos», cuenta Rachel Jewkes, una de las autoras del informe.
Las lágrimas de Buyisiwe.
La misma semana en que apareció el estudio se celebraba finalmente el juicio por el caso de Buyisiwe (nombre ficticio para proteger a la víctima), violada en su casa, en el este de Johannesburgo, por un grupo de siete hombres en noviembre del 2005. Cuando salió a buscar ayuda fue interceptada por otra banda que volvió a forzarla. El juicio por el segundo ataque fue retrasado más de 20 veces a lo largo de cuatro años hasta que las abogadas de la oenegé lograron llevarlo al tribunal superior provincial. Durante la vista, aún tuvo que sufrir amenazas e insultos de los acusados –que se escudaron en que pensaban que «era una prostituta» SEnD y sus familias. Cuando finalmente salió la sentencia condenatoria no pudo reprimir las lágrimas.
Suráfrica es el país con más seropositivos del mundo: cinco millones y medio de sus 48 millones de habitantes. Es fácil entender el interés que ha despertado esta investigación, titulada Entendiendo la salud de los hombres y la violencia: relación entre el VIH y las violaciones en Suráfrica. Aunque sus conclusiones niegan un porcentaje más elevado de portadores del virus entre los violadores, sí que demuestra que la tasa de infecciones entre los maltratadores es el doble. Y si el violador tiene más de 25 años, la víctima tiene hasta un 80% de posibilidades de contraer la enfermedad.
Para Jewkes, casos como la elección de Jacob Zuma como presidente del país suponen pasos atrás: «Es alguien que fue acusado de violación [aunque luego fue absuelto] y durante el juicio sus partidarios se concentraron cantando ‘quemad a la puta’. Necesitamos que los hombres, desde lo más alto hasta la base, asuman su parte de responsabilidad». Para Dean Peacock, codirector del Proyecto Sonke para la Justicia de Género, el momento es complicado, pues «la reavivación del tradicionalismo supone un peligro para los avances en materia de igualdad entre sexos».
Otra activista, Mogomotsi Mfalapitsa, portavoz de la oenegé Egender Health, que promueve la salud sexual en comunidades pobres, destaca que hay que actuar sobre los niños «tratando de protegerlos del bombardeo de mensajes machistas». Y explica que aquí es normal en las peleas de los recreos que los niños amenacen a las niñas con violarlas. Aunque también apunta que es necesario «recordar que no todos los hombres son iguales».
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