«Vale, pero con mi cuchara no comas»
El
Comité Antisida de Asturias celebra el 11 de abril unas jornadas para
conmemorar su primer cuarto de siglo.
Expertos
en la lucha contra el VIH piden más visibilidad para una enfermedad que repunta.
Fuente:
ELCOMERCIO,es
09//04/2012
-
Artículo
de: LAURA FONSECA
OVIEDO
/ GIJÓN.
Hace 25 años, el
sida era como una «sentencia de muerte». Pero al mazazo del diagnóstico le
sobrevenía luego, el estigma y la discriminación. Padecer el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (de aquella la sociedad apenas pronunciaba la
palabra VIH) era más que suficiente para que en los hospitales marcaran las
camas de los seropositivos con un punto rojo o para que les suministraran
pijamas, sábanas, cubiertos, vasos y platos que luego acababan directamente en
la basura.
Abrazar, tocar,
dar la mano o besar a una persona con sida era casi un acto de militancia. Y
fue así, desafortunamente, durante muchos años. «De aquella había un miedo
irracional, incluso entre los profesionales sanitarios. Somos una sociedad
hipócrita, porque vemos bien que la gente se vaya de putas, pero si un enfermo
de sida te mira en el autobús crees que te va a contagiar», afirma Victoriano
Cárcaba, que sabe mucho de todo esto.
Actualmente dirige
el área de gestión clínica de Medicina Interna del HUCA, pero hace 27 años,
siendo médico residente en Oviedo, diagnosticó el primer caso de sida de
Asturias y el número 50 de España. Fue en mayo de 1985. El afectado era un
«joven asturiano que estaba en la tercera década de la vida. Había estado en
otro hospital donde le dijeron que lo suyo no era nada». Aunque vivía fuera del
Principado decidió consultar a Cárcaba. De aquella se había corrido la voz de
que este médico asturiano de 26 años, aún en fase de formación, se
especializaba en una rara enfermedad que se extendía silenciosamente por el
mundo y por España. El joven que se presentó en Oviedo tenía unas manchas en la
piel. «Supe que era sida desde el primer momento. Era una persona culta, lo
entendió muy bien». Pese a que ya han pasado casi treinta años, Cárbaba evita
dar detalles.
«Pertenecía a lo
que entonces se llamaba colectivo de riesgo. Su caso era un paradigma de que el
sida no discrimina». Falleció años después, fuera de la región.
Victoriano Cárcaba
participará el miércoles, junto a un nutrido grupo de profesionales asturianos,
políticos y voluntarios en las bodas de plata del Comité Ciudadano Antisida de
Asturias. La entidad cumple 25 años y ha decidido celebrar unas jornadas
conmemorativas con personas curtidas en la lucha contra el VIH. José Manuel
Suárez es otra de ellas. Este psicólogo lleva más de veinte años colaborando
con el Comité Antisida. Lideró y lidera grupos de apoyo emocional a personas
seropositivas y ayuda a las familias y allegados a procesar aquello de «tener
un hijo, un marido, una novia o un amigo con VIH».
«Hay mucha
desinformación»
Porque aunque
hayan transcurridos 27 años desde que se diagnosticara en Asturias el primer
caso de sida y afortunadamente los afectados ya no sean etiquetados con un
punto rojo en los hospitales, «la gente se sigue viniendo abajo cuando le dicen
que tiene VIH», indica este profesional. «Todavía hay mucha desinformación.
Aunque parece increíble hay un gran desconocimiento de cómo se transmite la
enfermedad», asegura.
La irrupción de
los tratamientos antirretrovirales, la auténtica revolución en el abordaje del
sida que ha permitido avanzar hacia la cronificación de la enfermedad -al
menos, en el mundo occidental-, «ha hecho que la sociedad baje la guardia». Lo
mismo opina Victoriano Cárcaba, que alerta sobre el repunte que está habiendo
en las patologías de transmisión sexual, el VIH, entre ellas. «Los mecanismos
de prevención y los mensajes no están llegando a la población. Algo falla
cuando aún vemos transmisiones por no usar el condón en las relaciones
sexuales», apunta.
Cárcaba recuerda
que el virus del sida «es muy listo, porque buscó el mismo nivel de transmisión
que la vida, como es la vía sexual». Cree que la sociedad ha avanzado «mucho en
estos 25 años». En gran parte gracias a colectivos reivindicativos como el
Comité Antisida de Asturias. Sin embargo, aún tiene una espina clavada porque
«el sida aún no ha salido del armario. Es una enfermedad a la que falta
visibilidad social. Muchas personas con VIH temen decirlo públicamente porque
saben que van a ser señaladas, porque les van a seguir diciendo: 'Vale, pero
con mi cuchara no comas'».
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