Los avances en el VIH
abren la puerta a las enfermedades de transmisión sexual.
Los
casos de sífilis y gonococia se multiplican desde 2000.
Las
drogas recreativas y la pérdida del miedo al contagio aumentan las conductas de
riesgo.
Madrid
13 /02 /2012
Las enfermedades de transmisión sexual
(ETS) viven un repunte generalizado en el mundo occidental, y España no es una
excepción. Solo de las cuatro más frecuentes (sífilis, gonococia, clamidias y
tricomonas) se diagnostican casi 450 millones de casos anuales, según la Organización Mundial de la Salud. Y a ellas hay que sumar la
infección por VIH (otros 2,7 millones, de acuerdo con Onusida).
Este último virus, con su impacto en las
políticas de prevención, está muy relacionado con la situación actual. Como ha
recordado esta mañana Jorge del Romero, del Centro de Sanitario Sandoval (una clínica madrileña
pública especializada en ETS) su tratamiento cambió en 1996, cuando aparecieron
los cócteles antivirales (la terapia con tres fármacos de alta eficacia). Estos
tratamientos cambiaron la percepción del sida (la enfermedad que aparece cuando
la infección por el VIH progresa y destruye el sistema inmunitario), que pasó a
considerarse una dolencia crónica. Y, con ella, según la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica
(Seimc), bajaron
las medidas de protección de la población –básicamente, el preservativo-.
Ello ha tenido un efecto perverso en
otras infecciones. En las dos que son de declaración obligatoria, la sífilis y
la gonococia, ha habido un aumento desde 1999 o 2000, según el registro que
lleva el Instituto de Salud Carlos III. En los 11 primeros
meses de 2010, los médicos informaron de 2.927 de la primera y 2.148 de la
segunda, que corresponden al doble y al triple que 10 años antes,
respectivamente.
Pero no son las únicas infecciones que
están en aumento. Los datos de Sandoval –un centro que puede considerarse
centinela dada su especialización, como ha dicho el vocal de la Seimc, Rafael
Cantón- registran aumentos de los casos de papiloma, sífilis, gonococia,
clamidia y VIH. Y prácticamente una estabilización en los de hepatitis B y C.
También en este centro madrileño –junto
al hospital Ramón y Cajal- ha aparecido el linfogranuloma venéreo, una
enfermedad causada por un tipo especial de clamidia que en el mundo occidental
no se conocía hasta 2008 (los genotipos L). Desde entonces se han registrado
solo en Madrid más de 100 diagnósticos, con un avance importante: 10 en 2009,
30 en 2010 y 54 en 2011, a los que hay que sumar otra quincena detectada en el
hospital Ramón y Cajal.
Esta enfermedad, sobre la que el Centro
Sandoval ha advertido ya a las autoridades regionales, también ha sido
detectada en Barcelona (72 casos en 2011), y el proceso es común en otras
capitales europeas, como Londres, París y Milán, dijo Del Romero.
Más que por su gravedad –la infección se
manifiesta como dolorosas úlceras genitales o anales, inflamación de ganglios
que producen fístulas y exudan pus a través de la piel o dolores rectales-,
esta enfermedad se sigue especialmente por dos motivos: porque es nueva y
porque puede considerarse un indicador de los nuevos tiempos. Al respecto, los
expertos destacan el hecho de que se haya diagnosticado casi exclusivamente en
hombres que tienen sexo con hombres (homo o bisexuales mayoritariamente),
aunque en Madrid ya ha habido un par en mujeres. Afortunadamente, como se trata
de una infección bacteriana, se puede combatir con antibióticos (doxiclicina,
eritromicina o azitromicina).
La orientación de las personas infectadas
no es un dato de menor importancia. Igual que en el caso del VIH, donde los
nuevos diagnósticos son más frecuentes en hombres que tienen sexo con hombres
(lo fueron el 46,1% de los casos detectados en 2010, según el Plan Nacional sobre el Sida,
seguidos de un 33,1% de positivos en personas que habían mantenido relaciones
heterosexuales sin protección), los comportamientos gais y bisexuales tienen
una especial incidencia.
De hecho, los datos del Centro Sandoval,
son en ese sentido demoledores: el 89% de los diagnósticos de VIH de 2010, el
83% de las gonorreas, el 91% de las sífilis y el 55% de las clamidias se dieron
en hombres que habían tenido sexo con otros hombres. Aunque los datos no fueran
extrapolables a toda la población española –Sandoval ofrece tratamiento
gratuito y, si se quiere, de forma anónima, por lo que grupos más
estigmatizados como los gais o personas que ejercen la prostitución están
sobrerrepresentados-, ya indican una tendencia fuerte.
Es especialmente llamativo el caso de
las clamidias, ya que en los grandes registros mundiales, como el de Estados Unidos,
la proporción es completamente diferente. Ahí, por cada 3,3 casos en mujeres se
detecta uno en hombres, de acuerdo con los datos del Centro de Control de
Enfermedades (CDC, el equivalente al Instituto de Salud Carlos III del país).
Los datos de Sandoval apuntan a otra
línea que los epidemiólogos y responsables de Salud Pública deberán tener en
cuenta: que “una ETS llama a otra ETS”, como dijo Cantor. Esto es así por dos
causas. Primero, las biológicas. Por ejemplo, Del Romero indicó que las
enfermedades con úlceras (papiloma, herpes) tienen más riesgo de infectarse por
el VIH, por ejemplo. Y luego están las de conducta: quien no se ha protegido de
una no lo hace de otras. Además, en muchos casos se trata de personas que
aunque tienen la información necesaria, no la ponen en práctica cuando tienen
relaciones, sobre todo si están afectadas por el consumo de drogas recreativas
o del alcohol, dijo Del Romero. Los resultados son que el 23% de las personas a
las que se diagnosticó gonococia tenía también el VIH; en el caso de las
clamidias este porcentaje era del 21%.
Entre la población que, bien sea por
ignorancia bien sea por despreocupación, más está afectando el aumento de las
ETS están los jóvenes. Los datos del Centro Sandoval referidos a los
diagnósticos de VIH son elocuentes: en 2004, un 1,8% de los casos tenía entre
13 y 20 años. La proporción ya era del 10% en 2010. Los datos del Plan Nacional
sobre el Sida coinciden, lo que indica que, pese a los posibles sesgos de la
población atendida en este centro municipal, tienen una imagen de la situación
que se acerca a la nacional.
La conclusión, para los expertos, es que
hay que cambiar el enfoque de la prevención. Hasta ahora se ha primado el
interés por evitar la propagación del VIH, pero hay que realizar un abordaje
más amplio e integral, dijo Del Romero. También hay que centrar los esfuerzos
en algunos grupos. No es lo mismo el de los gais, con una incidencia del VIH
que va del 8% al 14% que entre mujeres que tienen relaciones con mujeres, con
una tasa de prácticamente cero; o entre mujeres que ejercen la prostitución,
con una tasa del 1% frente al de hombres con la misma actividad –el 15% o 20%
de infectados- o transexuales (el 25%), según los resultados de Sandoval. Para
ello hay que insistir en la educación sexual y en facilitar el acceso a los
recursos sanitarios.
En ese sentido, Del Romero destacó la importancia de que los centros
sanitarios sean más asequibles. A Sandoval, por ejemplo, se puede ir sin pedir
cita, es gratis, no piden papeles y se puede dar incluso un nombre falso que
proteja el anonimato. El resultado es que, en el caso del VIH, solo tienen un
6% de diagnósticos tardíos (que la persona ya haya desarrollado alguna
infección que se identifique con el sida), frente al 28% de los casos incluidos
en el registro estatal SINIVIH o el 24% detectado por la Comunidad de Madrid.
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