Sida, tres décadas.
Junio de 1981 cinco hombres mostraron una rara afección en la piel. Un año después se identificó el VIH.
Hoy son ya 33 millones de personas las que lo padecen.
Cinco hombres de San Francisco con un tipo raro de neumonía por 'Pneumocystis Carinii' levantaron las primeras sospechas. Casi al mismo tiempo otros jóvenes y homosexuales con sarkoma de Kaposi (un tipo de cáncer propio de personas inmunodeprimidas) encendieron ya todas las alarmas. Era junio de 1981 y ellos los primeros pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
Pero no se hablaba en esos momentos de SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Humana) sino que se les diagnosticó un cáncer de la piel -un mes más tarde se conocían 26 nuevos infectados- y se comenzó a hablar de “cáncer gay”. Las primeras constataciones de estos casos fueron realizadas por el Dr. Michael Gottlieb de San Francisco.
La mayoría de estos pacientes eran hombres homosexuales sexualmente activos, muchos de los cuales también sufrían de otras enfermedades crónicas que más tarde se identificaron como infecciones oportunistas. Las pruebas sanguíneas que se les hicieron a estos pacientes mostraron que carecían del número adecuado de un tipo de células sanguíneas llamadas T CD4+. La mayoría de estos pacientes murieron en pocos meses.
Por la aparición de unas manchas de color rosáceo en el cuerpo del infectado, la prensa comenzó a llamar al sida, la «peste rosa», causando una confusión, atribuyéndola a los homosexuales, aunque pronto se hizo notar que también la padecían los inmigrantes haitianos en Estados Unidos, los usuarios de drogas inyectables y los receptores de transfusiones sanguíneas, lo que llevó a hablar de un club de las cuatro haches que incluía a todos estos grupos considerados de riesgo para adquirir la enfermedad.
En 1982, la nueva enfermedad fue bautizada oficialmente con el nombre de Acquired Immune Deficiency Syndrome (AIDS), nombre que sustituyó a otros propuestos como Gay-related immune deficiency (GRID). En castellano es el Síndrome de inmunodeficiencia adquirida o SIDA.
En 1983 un equipo francés aisló el virus, transmitido por la sangre, las secreciones vaginales, la leche materna o el esperma, que ataca el sistema inmunitario y deja expuesto al paciente a “infecciones oportunistas” como entre otras la tuberculosis o la neumonía.
En 1984, dos científicos franceses, Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier del Instituto Pasteur, aislaron el virus de sida y lo purificaron. El dr. Robert Gallo, estadounidense, pidió muestras al laboratorio francés, y adelantándose a los franceses lanzó la noticia de que había descubierto el virus y que había realizado la primera prueba de detección y los primeros anticuerpos para combatir a la enfermedad.
Después de diversas controversias legales, se decidió compartir patentes, pero el descubrimiento se le atribuyó a los dos investigadores originales que aislaron el virus, y solo a ellos dos se les concedió el Premio Nobel conjunto, junto a otro investigador en el 2008, reconociéndolos como auténticos descubridores del virus, aceptándose que Robert Gallo se aprovechó del material de otros investigadores para realizar todas sus observaciones. En 1986 el virus fue denominado VIH (virus de inmunodeficiencia humana). El descubrimiento del virus permitió el desarrollo de un anticuerpo, el cual se comenzó a utilizar para identificar dentro de los grupos de riesgo a los infectados.
Del miedo a la convivencia diaria
"Primero lo negamos, quisimos dejarlo pasar, después cundió el pánico y llegaron las dudas sobre cómo hacerle frente. Y en los últimos tiempos nos hemos instalado en la complacencia". Así resume James Curran, la persona que lidió con los primeros casos y tuvo que hacerse cargo de la situación desde los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), la evolución de la pandemia de sida, que hoy afecta a más de 33 millones de ciudadanos.
Treinta años después, la enfermedad que tenía un 100% de mortalidad se ha convertido en crónica -al menos en los países desarrollados- los afectados pueden llevar una vida normal y los tabúes y prejuicios que la rodeaban empiezan poco a poco a romperse. Pero han sido necesarios muchos esfuerzos en investigación científica y en activismo social para cambiar la cara a una infección que en las décadas de los 80 y 90 suponía "una clara sentencia de muerte", recordó a elmundo.es Begoña Bautista, una de las supervivientes de aquella época. A sus 52 años lleva 21 diagnosticada, aunque se infectó antes.
En un principio la comunidad homosexual fue culpada de la aparición y posterior expansión del sida en Occidente. Incluso algunos grupos religiosos llegaron a decir que el sida era un castigo de Dios a los homosexuales (esta creencia aún es popular entre ciertas minorías de creyentes cristianos y musulmanes). Otros señalan que el estilo de vida «depravado» de los homosexuales era responsable de la enfermedad. Aunque en un principio el sida se expandió más de prisa a través de las comunidades homosexuales, y que la mayoría de los que padecían la enfermedad en Occidente eran homosexuales, esto se debía, en parte, a que en esos tiempos no era común el uso del condón entre homosexuales, por considerarse que éste era sólo un método anticonceptivo. Por otro lado, la difusión del mismo en África fue principalmente por vía heterosexual.
El sida pudo expandirse rápidamente al concentrarse la atención sólo en los homosexuales, esto contribuyó a que la enfermedad se extendiera sin control entre heterosexuales, particularmente en África, el Caribe y luego en Asia. Más allá de pequeñas mejoras paulatinas el punto de inflexión real en el curso de la epidemia, lo que verdaderamente marca un antes y un después, el salto de la muerte a la vida, es la llegada del tratamiento antirretroviral de alta eficacia (TARGA) en 1996.
Gracias a ellos las personas con VIH pueden llevar una vida normal, la correspondiente a una enfermedad crónica, sin las infecciones oportunistas características del sida no tratado. Los antirretrovirales están disponibles mayormente en los países desarrollados. Su disponibilidad en los países en desarrollo está creciendo, sobre todo en América Latina; pero en África, Asia y Europa Oriental muchas personas todavía no tienen acceso a esos medicamentos, por lo cual desarrollan las infecciones oportunistas y mueren algunos años después de la seroconversión.
Cómo se transmite
La única causa de la transmisión es el intercambio de fluidos corporales, en particular la leche materna, la sangre y las secreciones genitales. El virus VIH no se puede transmitir por la respiración, la saliva, el contacto casual por el tacto, dar la mano, abrazar, besar en la mejilla, masturbarse mutuamente con otra persona o compartir utensilios como vasos, tazas o cucharas.
En cambio es teóricamente posible que el virus se transmita entre personas a través del beso boca a boca si ambas personas tienen llagas sangrantes o encías llagadas, pero ese caso no ha sido documentado y además es considerado muy improbable, ya que la saliva contiene concentraciones mucho más bajas que por ejemplo el semen, y también porque la saliva tiene propiedades antivirales que hacen que destruya al VIH.
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