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TUBERCULOSIS
Última
actualización: Viernes, 6 de Agosto de 2010
¿QUÉ ES?
La
tuberculosis es una infección persistente causada por el Mycobacterium
tuberculosis, que afecta a diversos órganos, pero particularmente los pulmones.
Un feto puede contraer tuberculosis a través de su madre antes de nacer, al
respirar o tragar líquido amniótico infectado antes o durante su nacimiento, o
después de nacer, al respirar aire con microgotas infectadas. Alrededor de la
mitad de los hijos de madres afectadas de tuberculosis activa desarrolla la
enfermedad durante el primer año de vida si no reciben tratamiento con
antibióticos o si no se les vacuna.
La
tuberculosis es una enfermedad infecciosa que alcanzó su máximo apogeo en el
siglo pasado durante la Revolución Industrial, debido al desplazamiento de la
gente a las ciudades, donde vivía hacinada y en penosas condiciones higiénicas.
El responsable de esta infección es el ‘Mycobacterium tuberculosis’ que, en
honor a su descubridor, Roberto Koch, recibe el nombre de bacilo de Koch.
CAUSAS
Entre los
humanos se transmite a través del aire, por minúsculas gotas que contienen los
bacilos y que las personas infectadas sin tratamientos, o que se encuentran en
los primeros días de incubación, eliminan al toser, estornudar o hablar. La
transmisión por vía alimentaria no es frecuente, aunque la leche no
pasteurizada puede ser fuente de contagio en los países en los que la
tuberculosis es muy frecuente.
SÍNTOMAS DE TUBERCULOSIS
Los síntomas
más frecuentes son el cansancio intenso; malestar general; sudoración
abundante, especialmente al caer el día; pérdida de peso, y sangre en los
esputos. También se puede presentar con una tos seca, persistente, con una
temperatura corporal que oscila entre los 37 y 37,5 grados. No obstante, en
ocasiones no aparece ningún síntoma.
PREVENCIÓN
La prevención
pasa por la detección precoz de la enfermedad, de manera que se pueda evitar la
transmisión al resto de la gente. La OMS recomienda la vacunación con BCG a
todos los recién nacidos con alta incidencia de tuberculosis, incluyéndola en
el calendario infantil de forma sistemática. Debe administrarse sólo una vez,
ya que no está probada la eficacia de la revacunación. Asimismo, no está
recomendada a personas adultas que vayan a trasladarse a zonas de alto riesgo,
pues tampoco se ha demostrado su eficacia en este campo. No obstante, la OMS
recomienda su administración en niños y jóvenes que vayan a pasar largas
temporadas en zonas de incidencia.
La
BCG está contraindicada en personas con sida, independientemente
de la edad que tengan. En cuanto a la alimentación, si viaja a una zona
afectada por la enfermedad absténgase de tomar leche o cualquier producto
lácteo que no haya sido pasteurizado. En caso de contacto prolongado con una
persona infectada que no está en tratamiento acuda lo antes posible a un médico
y sométase a la prueba de la tuberculina. El especialista valorará si debe
administrarle el tratamiento o la quimioprofilaxis específica frente a la enfermedad.
TIPOS DE TUBERCULOSIS
Se
distinguen dos tipos de tuberculosis: pulmonar y extrapulmonar. La tuberculosis
pulmonar puede aparecer inmediatamente después de la infección. Esta variedad
se conoce como infección primaria y afecta especialmente a los niños del
continente africano. Cuando el niño goza de buena salud la enfermedad puede
cursar con alteraciones locales en los pulmones y ganglios. Pero si está
desnutrido o sufre otras infecciones, como sida, aparecen
complicaciones graves entre las que destacan la obstrucción bronquial, derrame
pleural o acumulación de líquido en el espacio comprendido entre las membranas
que recubren el pulmón.
Si la
tuberculosis aparece al menos dos años después de contraer la infección, se
habla de enfermedad postprimaria o tuberculosis del adulto. Esto indica que la
infección permanecía latente, por lo que es más agresiva que la primaria,
provoca lesiones pulmonares graves y se disemina más fácilmente por el resto
del cuerpo.
DIAGNÓSTICOS
Cuando los
bacilos entran en el organismo, se extienden y desencadena la respuesta inmune
del huésped, que puede demostrarse mediante la ‘prueba de la tuberculina’ o de
Mantoux. Esta prueba consiste en la administración intradérmica, en la cara
anterior del brazo, de un derivado proteínico del bacilo. A las 72 horas de su
administración se valora la reacción local generada.
A las
embarazadas se les practica sistemáticamente una prueba cutánea para detectar
la presencia de tuberculosis (prueba de tuberculina). Si se observa una
reacción positiva, se debe realizar una radiografía de tórax.
A los niños
cuyas madres les ha dado positiva la prueba de tuberculina también se les
practica este análisis. Sin embargo, algunos niños tienen falsos resultados
negativos. Si se sospecha de una tuberculosis, se envían al laboratorio muestras
de líquido cefalorraquídeo y de líquido de los conductos respiratorios y del estómago
para su cultivo. Una radiografía del tórax suele mostrar si los pulmones están
infectados. Puede ser necesario realizar una biopsia del hígado, de algún
ganglio linfático o de los pulmones y de la membrana que los rodea (pleura)
para confirmar el diagnóstico.
TRATAMIENTOS
Sin
tratamiento, la tuberculosis lleva irremediablemente a la muerte. Para su
tratamiento se emplea una combinación de fármacos, entre los que se encuentran
la isoniacida, la rifampicina, la pirazinamida, el estambutol y la
estreptomicina. Son fármacos eficaces pero que tienen efectos adversos, por lo
que su uso debe ser supervisado por un especialista. Los niños con alergias anafilácticas
al huevo pueden requerir pruebas antes de administrar la vacuna, aunque normalmente
la triple vírica no está contraindicada en estos casos.
Si una
embarazada presenta una prueba de tuberculina positiva, pero no tiene síntomas
y la radiografía del tórax es normal, debe tomar el fármaco isoniacida por vía
oral, ya que habitualmente es el único tratamiento que se necesita para curar
la enfermedad. Sin embargo, para empezar dicho tratamiento suele esperarse
hasta el último trimestre de embarazo o hasta después del parto, porque el
riesgo de lesión hepática por este fármaco en la mujer es más alto durante el
embarazo.
Si una mujer embarazada
tiene síntomas de tuberculosis, se le administran los antibióticos isoniacida,
pirazinamida y rifampina. Si se sospecha de una variedad de tuberculosis
resistente, pueden administrarse otros fármacos adicionales. Aparentemente,
todos estos fármacos no dañan al feto. La madre infectada es aislada de su bebé
hasta que deja de ser contagiosa. El bebé recibe isoniacida como medida
preventiva.
El recién
nacido también puede ser vacunado con la vacuna BCG. Ésta no necesariamente previene
la enfermedad pero, en general, reduce su gravedad. Como la vacuna BCG no es
efectiva al cien por cien, en algunos países no se aplica de forma sistemática
ni a los niños ni a los adultos. Una vez que una persona ha sido vacunada,
siempre le darán positivo las pruebas de tuberculosis, por lo que no se podrá
detectar una nueva infección. Sin embargo, a pesar de ello, en muchos países
con un alto índice de tuberculosis se aplica la vacuna BCG de forma
sistemática. Un bebé con tuberculosis recibe tratamiento con los antibióticos
isoniacida, rifampicina y pirazinamida. Si el cerebro también se ve afectado,
pueden administrársele corticosteroides al mismo tiempo.
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