12 dic 2009

VIH Sida - Camboya - Prostitución... ¿peor el remedio que la enfermedad?

Leyes abolicionistas camboyanas condenan a la clandestinidad a prostitutas.

Publicado en: ideal.es
Fuente: Agencia EFE
12/12/2009
Artículo de Jordi Calvet

Phnom Penh. -Camboya- Las leyes abolicionistas en lugar de acabar con la prostitución en Phnom Penh condenaron a centenares de mujeres a ejercer clandestinamente en los viejos distritos rojos de la ciudad o camufladas en la trastienda de todo tipo de negocios. Las luces de neón desaparecieron del barrio rojo de Tuol Kork y una hilera de nuevos y relucientes hoteles ocupa el espacio de los burdeles cerrados después de que entrase en vigor la ley contra el tráfico de personas de 2008.

Muchas de sus habitaciones, no obstante, están alquiladas por mujeres que ahora trabajan por cuenta propia y sin nadie que las defienda o proteja de los abusos de clientes y las extorsiones de la policía. "Me pegó y me tiró de la moto porque me negué a ir al hotel que él quería", explica una de las chicas de esa barriada con heridas abiertas en la cabeza y el hombro.

Un conjunto de chamizos de madera a lo largo de la vía del tren que servían de prostíbulos hace un año se han transformado en viviendas habitadas por familias y prostitutas que pasan ahí el día hasta que llega la hora de salir a buscar clientes.

Este colectivo sufre los estragos del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el sida.

"La mayoría de ellas toma drogas y pocas veces utilizan el preservativo", asegura Phallika de AFESIP, organización que atiende a estas mujeres dándoles información en prevención del VIH o ayudándolas a dejar la calle.
"Muchas no llevan preservativo por temor a que la policía las acuse de ser prostitutas y las detenga", explica Phallika. Una camboyana que encontró en la prostitución la única salida al rechazo de su aldea tras pedir el divorcio de su marido asegura que siempre les pide que se lo pongan "pero los clientes pagan más por hacerlo sin preservativo".

A pesar de todo, las jóvenes de Tuol Kork consideran que con el cierre de los prostíbulos sus condiciones de vida han mejorado en general.
"Viví tres años sin ver el sol", recuerda Van Sina, y relata que su vida transcurría en una habitación oscura donde estaba obligada a atender hasta veinte parroquianos diarios, si no quería ser castigada.
"Si pasábamos demasiado rato con el cliente, nos castigaban. Si se marchaba insatisfecho, también. A veces nos pegaban. Otras, nos ataban y nos daban descargas eléctricas", dice Sina.

"Nos va mejor sin el chulo. No ganamos tanto dinero, cuando un cliente no quiere pagar o viene la policía no tenemos a nadie que nos proteja, pero ahora somos libres", explica otra de las camboyanas de Tuol Kork.
Esa falta de libertad es la que, según Phallika, padecen todavía centenares de muchachas en cafés, salones de masajes, karaokes, cervecerías, clubes o bares de copas, los negocios "alternativos" en los que buscó refugio la prostitución tras la aprobación de la ley en 2008. A pesar de no haber estadísticas fiables, el número de jóvenes que trabajan en el sector crece sin cesar y no sólo por culpa de las mafias dedicadas al tráfico.

"Una chica gana unos ochenta dólares al mes trabajando siete días a la semana en una fábrica. En los clubes hay chicas que establecen una relación con dos o tres clientes y pueden llegar a ganar mil dólares al mes", explica Bruno Maltoni, director de la oficina de la Organización Internacional para la Migración de Naciones Unidas. "En los últimos años ha habido un cambio de mentalidad. Antes, aunque trabajaran en las fábricas y a pesar de depender de ese dinero, las familias pensaban mal de las que vivían solas en la ciudad", añadió el funcionario de la ONU. "Hoy las familias no quieren saber de dónde viene el dinero. Les da igual", concluye Maltoni.

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