1º de diciembre, Día Internacional Contra el Sida: La autocrítica
La mortalidad de esta pandemia va unida en gran mediada a la falta de recursos y a la pobreza Un abrazo a los compañeros y compañeras que vivimos con el VIH/sida de todo el mundo y el recuerdo a los que nos dejaron.
Veintidós años de portador del virus dan para mucho, uno recuerda los amargos momentos del inicio y la desesperación al verse joven y sin futuro es un golpe que cuesta superar, no en vano los dos años de esperanza de vida inicialmente concedidos. Pero los años demuestran que se puede madurar y lograr, día a día, la ilusión y los recursos para hacer futuro -si no los hay, hay que crearlos-, todos somos capaces de ello.
Pero no todos han tenido la suerte mía o las posibilidades de seguir, a ellos mis recuerdos y compromiso.
También es bueno recordar y valorar los sucesos que llevan a pensar que este 1 de diciembre será una fecha más para olvidar. Hablamos mucho de nuestras situaciones personales como propias de todos, y poco de la gran mayoría de las personas viviendo con el VIH/sida olvidadas o relegadas a vivir en condiciones degradantes.
Así, en estos años he podido acudir a muchos lugares donde reclamábamos más medicamentos de uno u otro tipo y nos poníamos a la altura de los profesionales. Llegábamos a pasearnos con becas de multinacionales, carpetas multicolores o en aviones, ante el asombro de quienes incluso tenían dificultades para participar en estos interminables y fastuosos foros sobre el SIDA. Son muchas jornadas sin concretar compromisos viables y sin criticar gastos y derroches, o el silencio obligado de más del 95% de afectados-infectados, que podrían dar una versión mas real de la magnitud de la pandemia y su verdadero rostro.
Pero también en esta lucha y a pesar de que los privilegiados por nuestra situación hemos empleado todo tipo de información, seguimos con nuestros prejuicios al clasificarnos y a la vez pedimos respeto, cuando entre nosotros aún hay quien se burla de la diferencia. He acudido a encuentros o conferencias donde los homosexuales -y los afectos de cualquier tipo-, eran motivo de comentarios. Hablo de realidades que dicen bien poco a nuestro favor, pero siempre subsanables si existe voluntad.
Realidades como la de cierta fundación apoyada por famosos, políticos, empresas multinacionales de todo tipo, etc. Y de su presidente que acudía a eventos en un coche que costaba millones, decía que él representaba a las personas que vivíamos con el VIH/sida, pero dejaba claro que él no lo era. También celebrará el día como el que más.
Burla tras burla en un recorrido donde las comparaciones son odiosas, pero reales. Y para aprender hay historias que nos son propias: los sidatorios como los de Cuba; la expulsión de criaturas de escuelas por el mero hecho de la sospecha; los experimentos en países menos desarrollados; o la situación en las cárceles. Todas son parte de nuestro recorrido común, y a recordar para superarlas. Pese a ello -y ajenos- muchos nos empeñaremos en hablar de nuestro sida, de nuestro casi cronificado sida.
Cuando repaso los años de lucha y el vertiginoso e irracional gesto del 1º de diciembre por parte de muchos, reclamo la cordura y la consecuencia para recordar a quienes en todos estos años sólo han sido una excusa cuando nos interesaba, porque si hubiera voluntad real y lucha en ese sentido, lo que aquí nos es propio por derecho lo sería en todo el mundo. Y es que la mortalidad de esta pandemia va unida en gran mediada a la falta de recursos y a la pobreza.
De los balances propios llega la autocrítica y verme superior, incluso con este virus, me produce cierta vergüenza, puesto que sé que tendré opción a elegir fármacos, usar medidas de prevención y a apoyos reales cuando los necesite. Incluso, llegado el momento, podré perderme en debates absurdos. Creo que es mi obligación pedir que nos dejemos de mirar al ombligo y denunciemos lo que no se ha hecho -ni se está haciendo- para otros.
Tenemos que denunciar las políticas injustas e insolidarias de los gobiernos, el mal reparto de los bienes, el uso de carne humana como laboratorio para experimentar fármacos, las ganancias multimillonarias de quienes organizan hasta nuestros encuentros, etc. Hablo de lucha por la justicia, que no se nos debe olvidar viendo documentos, carteles y folletos maravillosamente realizados y expuestos este día. Pensemos que quienes más necesitan serán olvidados un día más. Un abrazo a los compañeros y compañeras que vivimos con el VIH/sida de todo el mundo y el recuerdo a los que nos dejaron.
Fuente: GARA > Idatzia > Kolaborazioak
Josu Imanol Unanue Astoreka
La mortalidad de esta pandemia va unida en gran mediada a la falta de recursos y a la pobreza Un abrazo a los compañeros y compañeras que vivimos con el VIH/sida de todo el mundo y el recuerdo a los que nos dejaron.
Veintidós años de portador del virus dan para mucho, uno recuerda los amargos momentos del inicio y la desesperación al verse joven y sin futuro es un golpe que cuesta superar, no en vano los dos años de esperanza de vida inicialmente concedidos. Pero los años demuestran que se puede madurar y lograr, día a día, la ilusión y los recursos para hacer futuro -si no los hay, hay que crearlos-, todos somos capaces de ello.
Pero no todos han tenido la suerte mía o las posibilidades de seguir, a ellos mis recuerdos y compromiso.
También es bueno recordar y valorar los sucesos que llevan a pensar que este 1 de diciembre será una fecha más para olvidar. Hablamos mucho de nuestras situaciones personales como propias de todos, y poco de la gran mayoría de las personas viviendo con el VIH/sida olvidadas o relegadas a vivir en condiciones degradantes.
Así, en estos años he podido acudir a muchos lugares donde reclamábamos más medicamentos de uno u otro tipo y nos poníamos a la altura de los profesionales. Llegábamos a pasearnos con becas de multinacionales, carpetas multicolores o en aviones, ante el asombro de quienes incluso tenían dificultades para participar en estos interminables y fastuosos foros sobre el SIDA. Son muchas jornadas sin concretar compromisos viables y sin criticar gastos y derroches, o el silencio obligado de más del 95% de afectados-infectados, que podrían dar una versión mas real de la magnitud de la pandemia y su verdadero rostro.
Pero también en esta lucha y a pesar de que los privilegiados por nuestra situación hemos empleado todo tipo de información, seguimos con nuestros prejuicios al clasificarnos y a la vez pedimos respeto, cuando entre nosotros aún hay quien se burla de la diferencia. He acudido a encuentros o conferencias donde los homosexuales -y los afectos de cualquier tipo-, eran motivo de comentarios. Hablo de realidades que dicen bien poco a nuestro favor, pero siempre subsanables si existe voluntad.
Realidades como la de cierta fundación apoyada por famosos, políticos, empresas multinacionales de todo tipo, etc. Y de su presidente que acudía a eventos en un coche que costaba millones, decía que él representaba a las personas que vivíamos con el VIH/sida, pero dejaba claro que él no lo era. También celebrará el día como el que más.
Burla tras burla en un recorrido donde las comparaciones son odiosas, pero reales. Y para aprender hay historias que nos son propias: los sidatorios como los de Cuba; la expulsión de criaturas de escuelas por el mero hecho de la sospecha; los experimentos en países menos desarrollados; o la situación en las cárceles. Todas son parte de nuestro recorrido común, y a recordar para superarlas. Pese a ello -y ajenos- muchos nos empeñaremos en hablar de nuestro sida, de nuestro casi cronificado sida.
Cuando repaso los años de lucha y el vertiginoso e irracional gesto del 1º de diciembre por parte de muchos, reclamo la cordura y la consecuencia para recordar a quienes en todos estos años sólo han sido una excusa cuando nos interesaba, porque si hubiera voluntad real y lucha en ese sentido, lo que aquí nos es propio por derecho lo sería en todo el mundo. Y es que la mortalidad de esta pandemia va unida en gran mediada a la falta de recursos y a la pobreza.
De los balances propios llega la autocrítica y verme superior, incluso con este virus, me produce cierta vergüenza, puesto que sé que tendré opción a elegir fármacos, usar medidas de prevención y a apoyos reales cuando los necesite. Incluso, llegado el momento, podré perderme en debates absurdos. Creo que es mi obligación pedir que nos dejemos de mirar al ombligo y denunciemos lo que no se ha hecho -ni se está haciendo- para otros.
Tenemos que denunciar las políticas injustas e insolidarias de los gobiernos, el mal reparto de los bienes, el uso de carne humana como laboratorio para experimentar fármacos, las ganancias multimillonarias de quienes organizan hasta nuestros encuentros, etc. Hablo de lucha por la justicia, que no se nos debe olvidar viendo documentos, carteles y folletos maravillosamente realizados y expuestos este día. Pensemos que quienes más necesitan serán olvidados un día más. Un abrazo a los compañeros y compañeras que vivimos con el VIH/sida de todo el mundo y el recuerdo a los que nos dejaron.
Fuente: GARA > Idatzia > Kolaborazioak
Josu Imanol Unanue Astoreka
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