Dieta para pacientes diabeticos.
La diabetes no insulinodependiente.
(Artículo de carácter divulgativo).
Se produce por una insensibilidad del organismo a la acción de la insulina.
Una dieta adecuada constituye el principal tratamiento de esta forma de
diabetes.
La diabetes mellitus no insulinodependiente se denomina también diabetes
grasa. Al principio de la enfermedad, la producción de insulina es normal, pero
no puede asegurar una regulación correcta del azúcar en la sangre. El paciente
es, en parte, insensible a la acción de esta hormona. Progresivamente, la
secreción de insulina empieza a disminuir, hasta alcanzar una deficiencia total
de esta hormona. Finalmente, puede producirse una diabetes insulinodependiente,
es decir, que necesita inyecciones regulares de insulina.
Factores
favorecedores
La diabetes no insulinodependiente afecta a 2 personas de cada 100,
aproximadamente. Es más frecuente que la diabetes insulinodependiente, que
afecta a 2 personas de cada 1.000. Esta forma de diabetes aparece,
generalmente, en personas mayores de 40 años. Afecta, sobre todo, a las
personas que presentan o han presentado un exceso de peso importante. Esta
enfermedad aparece más fácilmente en individuos que han ejercido una actividad
física insuficiente. También existe una predisposición familiar.
Síntomas
En numerosos casos, la diabetes no insulinodependiente pasa totalmente
inadvertida y se descubre por azar durante una exploración de rutina. En
ocasiones, se manifiesta cuando el paciente ya lleva tiempo siendo diabético.
Generalmente, aparecen problemas de nervios (trastornos de la sensibilidad), o
infecciones en la piel o en las mucosas. En la mujer, también puede sospecharse
si tiene un hijo que pesa más de 4 kg al nacer. Cuando se transmite una
cantidad excesiva de azúcar al feto, éste se desarrolla más rápido de lo
normal. También puede ponerse de manifiesto por los síntomas característicos de
una elevación de las concentraciones de azúcar en la sangre (hiperglucemia):
sed intensa y aumento importante del volumen de orina.
Tratamiento
Consiste en seguir una dieta equilibrada, evitar los azúcares de absorción
rápida y practicar una actividad física regular. Cuan do el paciente es obeso,
debe seguir una dieta de adelgazamiento (pobre en calorías), para mantener un
peso lo más cercano posible al ideal.
Si estas medidas son insuficientes, se completan con un tratamiento farmacológico que hace bajar las concentraciones de azúcar en la sangre (medicamentos hipoglucemiantes).
Si estas medidas son insuficientes, se completan con un tratamiento farmacológico que hace bajar las concentraciones de azúcar en la sangre (medicamentos hipoglucemiantes).
Dieta
Seguir una dieta adecuada es el principal medio que posee el diabético no
insulinodependiente para estabilizar la enfermedad.
Esta dieta debe ser personalizada y adaptarse a cada paciente, en función de sus hábitos alimentarios y de su modo de vida. Sin embargo, ha de cumplir algunas normas básicas. Hay que evitar los productos azucarados y las bebidas alcohólicas y preferir los azúcares de absorción lenta, que se encuentran fundamentalmente en el pan, las féculas y las legumbres. Es importante repartir la alimentación en tres comidas, por lo menos, acompañadas de un número variable de tentempiés, y equilibrar los alimentos a fin de que la dieta aporte alrededor del 55 % de glúcidos, el 30 % de lípidos y el 15 % de proteínas.
Esta dieta debe ser personalizada y adaptarse a cada paciente, en función de sus hábitos alimentarios y de su modo de vida. Sin embargo, ha de cumplir algunas normas básicas. Hay que evitar los productos azucarados y las bebidas alcohólicas y preferir los azúcares de absorción lenta, que se encuentran fundamentalmente en el pan, las féculas y las legumbres. Es importante repartir la alimentación en tres comidas, por lo menos, acompañadas de un número variable de tentempiés, y equilibrar los alimentos a fin de que la dieta aporte alrededor del 55 % de glúcidos, el 30 % de lípidos y el 15 % de proteínas.
La dieta del paciente diabético no insulinodependiente es la base del
tratamiento. En numerosas ocasiones, este factor es suficiente para mantener
cifras adecuadas de glucemia, sobre todo en muchos casos de diabetes
gestacional y en los pacientes de edad al inicio de la enfermedad, antes de que
se agoten las reservas pancreáticas de insulina.
Diagnóstico
El diagnóstico de la diabetes mellitus no insulinodependiente se establece
a partir de las concentraciones de azúcar en la sangre (glucemia). La
existencia de una diabetes se confirma cuando dos mediciones de la glucemia en
ayunas muestran una concentración de azúcar superior o igual a 1,4 g/l. Si la
glucemia en ayunas es inferior a esta cifra, se recurre a una prueba de
tolerancia oral a la glucosa. Este método de diagnóstico consiste en medir la
glucemia antes y después de tomar una cantidad determinada de azúcar por vía
oral. El médico establece el diagnóstico de diabetes si la glucemia es superior
a 2 g/l, 2 horas después de haber tomado el azúcar.
Diabetes y
embarazo
La mayor parte de las mujeres diabéticas, ya sea una diabetes insulinodependiente
o una diabetes no insulinodependiente, presentan un embarazo normal, siempre
que la enfermedad reciba un tratamiento correcto durante este período. Las
mujeres diabéticas deben cuidar su embarazo. Es importante asegurarse de que la
tasa de azúcar en la sangre (glucemia) es normal antes y en el momento de la
concepción. Una tasa de glucosa demasiado elevada puede constituir un riesgo de
malformación para el feto. Por otra parte, una glucemia demasiado elevada
durante el embarazo puede provocar un desarrollo del feto más rápido de lo
normal, lo que supone un peso anormalmente elevado del recién nacido (más de 4
kg) y aumenta los riesgos de accidente durante el parto y de complicaciones en
las primeras horas de vida.
Factores de riesgo. La diabetes no
insulinodependiente afecta, sobre todo, a las personas mayores de 40 años o que
propenden a ser obesas o que lo han sido.
Molécula de insulina. La insulina
hace que el azúcar penetre desde la sangre hacia el interior de las células,
que lo utilizan para producir energía.
Complicaciones
Un diabético cuya enfermedad no está bien controlada puede padecer varias
complicaciones. Para prevenirlas, lo mejor es
Controlar bien
la diabetes.
Entre las complicaciones derivadas de la diabetes, ya sea
insulinodependiente o no, se distinguen las que son agudas y las crónicas.
Estas últimas suelen aparecer después de 10 años de evolución, sobre todo si la
enfermedad no se ha controlado correctamente.
Complicaciones
agudas
Hipoglucemia. Una
concentración demasiado baja de azúcar en la sangre (hipoglucemia) puede
presentarse en los diabéticos después de una mala adaptación entre el
tratamiento y la alimentación o el ejercicio físico. Se manifiesta por fatiga
brusca, sensación de hambre, vértigos y sudores. El tratamiento suele consistir
en tomar un terrón de azúcar. Si el paciente está inconsciente, es preciso
inyectarle un suero con glucosa por vía intravenosa. A los diabéticos
insulinodependientes, también es posible inyectarles glucagón, una sustancia
que aumenta la concentración de azúcar en la sangre.
Hiperglucemia grave. Se trata de un
aumento muy importante de azúcar en la sangre. A partir de una cierta
concentración, provoca un paso de azúcar a la orina y, después, un cuadro,
durante el cual el paciente experimenta una sed intensa y orina de forma
abundante. Esta complicación re quiere una hospitalización urgente y se trata
con una inyección de insulina y rehidratación.
Cetoacidosis. Constituye el
desenlace de una diabetes insulinodependiente no tratada o mal tratada. La
insuficiencia de insulina impide que el azúcar penetre en las células. Las
células intentan obtener energía transformando los ácidos grasos presentes en
la sangre, lo cual provoca un aumento de la producción de sustancias químicas
ácidas (cuerpos cetónicos). La cetoacidosis se caracteriza por un
adelgazamiento rápido. El paciente presenta náuseas –o incluso vómitos– y una
gran fatiga. Debe consultarse urgentemente con el médico. Si no se trata
(hospitalización e inyección de insulina), puede provocar un estado de coma.
Complicaciones
crónicas
Están relacionadas, principalmente, con la alteración de los vasos
sanguíneos. Pueden estar afectados los grandes vasos (la diabetes influye en la
arteriosclerosis) o los pequeños vasos (produce lesiones en la retina y en el
riñón).
Ateroma. Es un depósito de grasa que se forma en la pared interna de las
arterias y acaba por obstruirlas totalmente. El desarrollo de placas de ateroma
se acompaña de una modificación de la pared de la arteria, que se endurece:
arteriosclerosis. Ésta puede ser responsable de enfermedades muy graves,
relacionadas con la insuficiencia o la ausencia total de circulación sanguínea
en la arteria afectada (p.ej., infarto de miocardio).
Cuando estas lesiones se constituyen en el momento del diagnóstico, el tratamiento
sólo puede limitar las consecuencias graves. Consiste en administrar
medicamentos que aumentan el calibre de los vasos (vasodilatadores) e impiden
la formación de coágulos sanguíneos (anticoagulantes). En los casos más graves,
se practica la extirpación del segmento arterial afectado y se sustituye por un
injerto.
La arteriosclerosis puede lesionar los vasos sanguíneos periféricos y las
arterias coronarias del corazón.
En este último caso se habla de cardiopatía coronaria. En los mecanismos de
producción de esta cardiopatía, hay que incluir diversos factores, que
desgraciadamente suelen presentarse juntos, por lo que se potencian entre sí y
aumentan aún más el riesgo de complicaciones, como el infarto de miocardio o
los accidentes vasculares cerebrales: diabetes, hipertensión arterial,
hipercolesterolemia y obesidad.
La arteriosclerosis es, por lo tanto, una enfermedad multifactorial que
asocia varios factores de riesgo y a la vez puede desencadenar múltiples
complicaciones. Además, se trata de una enfermedad que actualmente carece de
tratamiento específico y, por lo tanto, de curación.
Retinopatía. Corresponde a una lesión de la retina (membrana que tapiza el fondo del ojo y sobre la cual se forman las imágenes).
Esta alteración aparece después de 10 años de sufrir una diabetes mal compensada y evoluciona progresivamente hacia la ceguera.
El diabético debe acudir cada año al oftalmólogo para detectar esta lesión lo antes posible.
Retinopatía. Corresponde a una lesión de la retina (membrana que tapiza el fondo del ojo y sobre la cual se forman las imágenes).
Esta alteración aparece después de 10 años de sufrir una diabetes mal compensada y evoluciona progresivamente hacia la ceguera.
El diabético debe acudir cada año al oftalmólogo para detectar esta lesión lo antes posible.
Nefropatía. Es una alteración de las unidades de filtración del riñón (nefronas), que se caracteriza por un paso muy importante de proteínas a la orina. Este trastorno afecta al 40% de los diabéticos y evoluciona, a largo plazo, hacia una insuficiencia de los riñones en su papel de filtro de la sangre (insuficiencia renal crónica). Si llega el caso, el paciente debe someterse regularmente a un filtrado artificial de la sangre (diálisis).
Al igual que la retinopatía, esta complicación crónica aparece después de 10 años de una diabetes mal compensada. La prevención –diabetes bien compensada, diagnóstico precoz– es esencial para evitar que se agrave esta afección.
Cuidado de los
pies
Toda persona con diabetes debe cuidar minuciosamente sus pies. Cualquier
herida, aun que sea mínima, puede sobreinfectarse y dar lugar a ulceraciones,
muy difíciles de curar. Para evitarlo, hay que andar siempre con los pies
calzados y llevar zapatos de buena calidad, que no lesionen el pie. En cuanto a
los cuidados de los pies, es preferible no emplear instrumentos cortantes, para
evitar las heridas. En caso de lesión, hay que consultar con el médico: éste
indicará el tratamiento local que de be efectuarse, según el tipo de herida.
Infecciones
crónicas
Los diabéticos pueden resultar particularmente sujetos a las infecciones
crónicas. Éstas pueden ser debidas a bacterias o a hongos. Afectan,
generalmente, al aparato urinario (p. ej., cistitis) y la piel (en la mayor
parte de los casos, infecciones por estafilococos). Estas infecciones, que por
sí mismas descompensan la diabetes, se tratan con medicamentos que actúan sobre
las bacterias (antibióticos) o sobre los hongos (antifúngicos).
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